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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
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Han pasado ya 9 años desde que mi reloj avanza de manera apresurada impidiéndome ver la realidad de manera clara. Así como se esfuman los días mis pasiones ya casi no existen. Estoy perdida. De repente lloro por nada, permanezco sentada por horas contemplando el vacío de mi mente y me duele. Me duele que en el actual mundo no exista nada que pueda complacerme, que pueda hacerme sonreír de manera genuina y duradera. He perdido el interés por todo y todos.

En estos últimos meses me he adentrado en un mundo casi grotesco, en el que el ángulo perfecto determina tu belleza, en el que mientras más piel muestres más te veneran. En un deseo desesperado por recibir atención permití que lobos hambrientos me olfatearan. Pero ya estoy cansada. No existe deseo mayor en mi poder dormirme y despertar en mi habitación de hace 9 años, con mis posters y discos repartidos por todos lados.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 17 de marzo de 2019 a las 1:14 a.m.
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