Anoche, en la tercera parte de la madrugada mi alma dio cara al universo al que había estado ignorando. Se sinceró, pero antes se disculpó. Se disculpó por perder la fe en su infinita gracia. Mi mente estuvo presente y relató todo tan claramente ante mis ojos que estos se pusieron sentimentales y quebraron en llanto.
A pesar de la pequeña traición, el universo comprendió que los mortales son presa fácil entre ellos y reconoció el valor de un alma dispuesta a aceptar las consecuencias de sus malas acciones sin importar lo crueles que fueran éstas, así que por un momento dejó de lado aquella figura indefinida para transformarla en unos brazos que la consolaran.
y ella, en un haz de luz, se halló redimida.Publicado por Revelaciones de un añil opaco el miércoles, 17 de febrero de 2016 a las 9:58 a.m.