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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Por las noches no quiero dormir y por las mañanas hago lo imposible por no levantarme, pero me levantan de todas formas.

Las mentiras por pequeñas que sean crecen, y mucho. Hace aproximadamente un mes para evitar ser juzgada, mentí sobre mis ausencias. Escapé con palabras estúpidas y ahora me hallo vagando por las calles sin rumbo, deseando hacer mucho pero sin atreverme por miedo a toparme con camionetas estampadas con algún logo familiar. A veces no encuentro nada mejor que recorrer la línea verde del metro en dirección vicente valdes y pegarme a la ventana en cuanto el vagón sale al exterior para observar la cordillera que se encuentra tan cerca que está al límite de mi miopía. A veces no hago más que caminar por patronato y adivinar si las personas con las que me topo son japonesas, chinas o coreanas hasta que paro frente al Coreamall al que decido nunca entrar ''ya lo haré otro día''.

Absurdo ¿cierto?, pero bueno, los virgos llevamos una vida absurda, contra el tiempo, contracorriente e inconformista. No nos interesa el mundo, pero aún así lo atesoramos. Con su gran estupidez y sus gigantescas faltas.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el viernes, 16 de octubre de 2015 a las 3:01 a.m.
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