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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
El arte prevalece. 

Me dejé envenenar por el mundo y su dinero. Ya no lo quiero. 
Mis dos personalidades han hallado la manera de coexistir, la ambiciosa al fin comprendió los sentimientos de mi lado que sólo quiere vivir con sus gustos aniñados y sus talentos ignorando la ambigüedad de la sociedad. La primera ayudará a la segunda a sobrellevar las imposiciones de la vida en la ciudad y ésta a su vez traerá de vuelta a la primera cada vez que se pierda entre las costumbres y tradiciones de la gente. 
Mi lado ambicioso me dice que seré grande no importando el camino que elija, que ella me llevará a la cima, y yo, yo digo que sin importar las voces amenazantes y lo turbio que haya a mi alrededor no me mezclaré con lo miserable. Ya conozco el sabor del veneno. 
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el jueves, 24 de septiembre de 2015 a las 4:55 p.m.
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