Y aquí estoy, un sábado, como hace muchos en los que me quedaba en casa tratando de encontrarle el sentido, razón y significado a las situaciones de angustia y agonía en las que me veía envuelta. Durante todo el tiempo que no he escrito aquí (sin contar la última entrada), éstas han de escasear bastante, pero justo hoy se han hecho presentes acompañadas de la desgana e incertidumbre.
Mientras almorzaba junto a mi familia me puse a repasar parte de mis ideales y en negrita, cursiva, subrayada y con signos de exclamación apareció ''¡no te quedes en lo mismo por nada ni por nadie!'' justo en el momento indicado; se me ha metido en la cabeza la idea de que si me voy -más a futuro- lejos de mi familia, la voy a perder sin haberla aprovechado al máximo (perder en el sentido de muerte), lo que provocó mi vacilación entre si irme o no, viajar o no viajar. Pero ahora, al reflexionar sobre aquello, concluí que todo este tiempo de dependencia los he aprovechado más que al máximo y les he hecho saber cuánto los amo a pesar de nuestras gigantescas diferencias, y que si quiero partir, sólo tengo que hacerlo porque ya mi tiempo con ellos se habrá cumplido. La existencia de uno es sólo por uno, hay que hacer que las cosas se cumplan para nosotros y no para los demás. Si eso provoca lamentablemente la infelicidad de otros, no es nuestra culpa. No hay que dejar que los sentimientos de los demás nos lleven a no realizar lo que realmente queremos hacer... de ahí nace el mayor caso de infelicidad en el mundo. *Por eso mismo, he decidido hacer caso omiso al ''sufrimiento'' que provocaré al contarle a un jovencito gustoso de mí que tengo deseos de ver como se dan las cosas con su mejor amigo.*Publicado por Revelaciones de un añil opaco el sábado, 12 de abril de 2014 a las 7:20 p.m.