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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Algo pasó.
Este año la mayoría del tiempo me mantuve encerrada, abusé de la amargura hasta que se extinguió. Ahora no existe motivo por el cual molestarme. Desde hace mucho que no me sentía tan ligera; hasta una llamita de esperanza se adueñó del puesto que la ira declaró de su posesión.

El optimismo va en aumento, el pesimismo en picada. Cada cosa que hago ya no se ve interrumpida por bloqueos mentales y/o aburrimiento. No me demora más de dos días terminar los proyectos que se me vienen a la mente. Siempre que doy por finalizado uno, un sentimiento de orgullo se apodera de mi cuerpo y no hay qué ni quién que me quite la sonrisa de la cara.
Es increíble como me asaltan las ideas a cada instante, mis manos han vuelto a cobrar vida, se han recuperado. Ya no temen el equivocarse, y si lo hacen, improvisan...

ESTOY FELIZ, ¿PUEDEN CREERLO?
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el jueves, 26 de diciembre de 2013 a las 2:00 a.m.
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