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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Nuevamente siento que he perdido de vista el horizonte. Me sumergí en el río, distorsioné mi visión y acallé las voces ajenas. El agua no está calma, no está calma, no está calma, revienta contra mí el oleaje y emanan de mi boca las burbujas. 

Hay ojos puestos sobre mí, expectativas que no puedo cumplir y que a causa de eso las paredes alrededor de mi alma ejercen presión. Va a explotar, estoy segura. Reaparecerá el fuego y evaporará el río que mantiene hasta ahora mi tregua con el mundo.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el sábado, 23 de mayo de 2015 a las 4:13 a.m.
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