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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Al entrar a la universidad la gente espera hacerse de muchos amigos. Casi con desesperación saluda a todo el mundo, se comporta amable, sonríe con cualquier comentario. Aquello lo encuentro un poco falso. Nadie quiere estar solo entre tanta juventud risueña, pero para mi eso no es problema. Hasta el momento no he intercambiado palabras más que con mis compañeros de grupo. Me siento un poco fuera de lugar... ¿será porque no me gusta aparentar ser una persona genial?
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 8 de marzo de 2015 a las 2:07 a.m.
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