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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Me impresiona que, de un odio profundo, haya pasado a adorar tanto el transcurso de la vida y de las personas en ella.  Gracias, gracias, graciaaaaaaaaaaaaaaas.

Definitivamente el poder yace en el deseo sincero del alma en contacto con la mente. 
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el lunes, 22 de septiembre de 2014 a las 11:21 p.m.
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