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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Un estornudo es suficiente para que las espinas se proyecten fuera de mi aura, negando el paso a males intencionados que aparentemente sólo quisieran hablar.
La razón por la que estoy ciega es por el grosor de mis campos que la única función que cumplen es la de proteger al ser propio, y si les es permitido, a otros que también yacen ciegos, pero en fortuna e intelecto.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 17 de agosto de 2014 a las 7:29 p.m.
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