Hoy el viento arrasó con mis preocupaciones.
Estos últimos días me he dado cuenta de que adoro el transcurso de la vida, o más bien, el transcurso de la persona en la vida (aunque debo admitir que el transcurso propio me asusta un poco). Tengo una fascinación con observar el caminar de las personas y por sobretodo con los pequeños infantes serenos que -en su mayoría- he notado que son hombres.
En mí se ha hospedado el sentimiento de que estamos próximos a un cambio; no el típico cambio que plasman las películas sobre el fin del mundo en donde se abre el suelo y se sale el mar, no; un cambio en donde a la gente le será mostrada la verdad y las autoridades caerán. Publicado por Revelaciones de un añil opaco el lunes, 9 de junio de 2014 a las 8:46 p.m.