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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Echándole una ojeada a lo que ha acontecido mi año, me dí cuenta de que no he hecho más que evadir mi soledad con fiestas y salidas en general. Ya no la disfruto como solía hacerlo, ahora la noto un poco más pesada, más lastimosa. He intentado acallar mis inquietudes con muchedumbre de gente para no sumirme en ellas como antaño, lo que lamentablemente me ha llevado por el lado de la ignorancia. Ya no sé ni lo que quiero, he dejado de escucharme por completo. A mi reciente integración social, me he topado con problemas a la hora de expresarme, por lo general me lleva tiempo hacerlo, pero la gente necesita respuestas inmediatas, lo que me pone en aprietos y termina por hacerme parecer una desorientada total, sin opinión, sin nada. Siempre he dicho que soy buena adaptándome a las cosas y/o situaciones, pero me cuesta demasiado hacerlo en el ámbito de la convivencia, en donde debo reprimir mi agresividad innata, mi odio hacia la transitoria vida basada en el consumismo, mi rabia hacia el pensamiento masivo de buscar medios para vivir, dejando el vivir en sí para después. He llegado a pensar que quizá lo mejor es hacerme a un lado y volver a mi vida marginal, pero tarde o temprano tendría que integrarme a la sociedad, al fin al cabo vivo en ella, y qué es mejor: ¿dejar de lado nuestras diferencias y aprender a apreciar nuestras ventajas para así vivir de forma grata, o seguir odiándonos y morir con una experiencia desagradable?
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 22 de junio de 2014 a las 12:39 a.m.
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