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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
El drama de mi vida tiene que ver nada más ni nada menos con la intensidad de mis emociones.
Por lo general me llevan a actuar por impulso, con la mirada fija al frente y de manera muy apresurada. Ya llegado el momento límite, miro hacia atrás con el corazón destrozado al darme cuenta de que no le fui del todo fiel a mis sentimientos y de lo pasajera que pude haber sido, convenciéndome de no sentir remordimientos para que la vida no se me vaya en eso. Pero últimamente DUELE DE UNA MANERA, que no puedo evitar arrastrarme por el suelo y lloriquear por dentro.

y resulta que ahora José está molesto, Fani también... pero ¿acaso no puedo tener un momento de decaimiento como todos?. Me es imposible levantar el ánimo de alguien mientras el mío está bajo tierra.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el lunes, 5 de mayo de 2014 a las 8:39 p.m.
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