Nunca he tenido tanto miedo como lo tuve ayer.
En realidad, más que miedo, desconcierto. Por cada mirada de reojo que daba al caminar por los alrededores de mi casa, vislumbraba siluetas difuminadas que parecían estar corriendo. Por las noches mi audición se agudiza y, crean o no, en la de ayer escuché cosas demasiado extrañas (aunque debo admitir que pueden haber sido producto de la psicosis).
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el sábado, 19 de abril de 2014 a las 5:40 p.m.