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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Esto es estúpido. Lo que estoy haciendo es lo más estúpido del mundo.
¿Desde cuándo empecé a creer que sacar a todos de mi vida y negarle el paso a nuevos iba a hacerme sentir mejor y en paz con el mundo?, hasta ahora lo único que he hecho es amargarme y repudiar absolutamente todo sin siquiera darle tiempo para presentarse.

Obvio que no iba a encontrar a nadie en el momento que quisiera liberarme del estrés ciudadano si los exilié a todos. No cuentan conmigo porque dejé de contar con ellos sin motivo alguno. Asimilé la desgracia con el afecto a las personas, quizá porque alguna de éstas acostumbran a hacer miserable la vida de otras y preferí pasar de eso. Pero me dí cuenta de que es necesario pasar por eso para notar que la vida nos envuelve, que la vida nos define. Para experimentar esa indescriptible felicidad como consecuencia de una ardua lucha.

Esa lucha que nos grita ¡ESTÁS VIVO!
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 17 de noviembre de 2013 a las 12:56 a.m.
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