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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
Últimamente me he alejado del mundo en general.
Un ejemplo de eso, es mi -ahora- clara independencia del afecto de las personas. He roto todos los lazos que creo innecesarios y, a decir verdad, me siento excelente dentro de mi pomposo aislamiento.
Me relaciono con hartas personas, me divierto, les agarro un cariño distinto, pero sin involucrarme por completo y eso me hace libre, absolutamente libre. Puedo hacer lo que me plazca, cuándo y cómo quiera.
Porque de eso se trata la libertad, ¿sabes?, independizarse de las personas, sin tener a nadie que nos mantenga en un lugar específico, estancados y plantados como un árbol.

Por eso mismo, mis lazos de hierro -hasta el momento- se han acoplado a los de Javiera y Tania. Porque ellas son partícipes de mi misma libertad y no temen dejar las cosas atrás. Con ellas podría ir a cualquier parte, inclusive a reencontrarnos con la más que célebre muerte.
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el lunes, 21 de octubre de 2013 a las 11:19 p.m.
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