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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
A diferencia de muchas, yo adoro mi menstruación aún así cuando sufro dolores un tanto insoportables. Mis sentidos se agudizan y todo llega con una brutalidad indolora, convirtiéndola en algo placentero. Mi caminar luce seguro, mis piernas marcan ritmo sin vacilaciones, aunque a pesar de mi total felicidad, no puedo meter mano en mi ceño fruncido. Es así por naturaleza...
... Naturaleza. Son estos los días en los que me siento muy partícipe de ella. Me transformo en la serpiente caprichosa que serpentea por entre las roca lista para cambiar de piel. En mi caso, para fortalecer mi esplendorosa fertilidad.

Publicado por Revelaciones de un añil opaco el viernes, 9 de agosto de 2013 a las 10:00 p.m.
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