Normalmente las crisis emocionales me asechan a cada instante, pero no son duraderas. A no ser que Samara Morgan salga de la pantalla para llevarme junto a ella al pozo apestoso; esas son difíciles, pero no imposibles de llevarlas a cabo.
Pero hoy, me siento felizmente realizada, desconozco el porqué, debe ser el resfriado.
Hace unos días, recibí una mala noticia por parte de una muy buena amiga justo al momento en el que iba a dar el siguiente paso con un chico que todo febrero estuvo cortejandome. Me sorprendí bastante, incluso terminé llorando a los pies de la cama sin nadie quién pudiese consolarme. Pero como toda persona demente, lo superé rápido. Digamos que en el amor no me va muy bien y ya la costumbre de ser partícipe del escabullimiento de los chicos me es un poco indiferente.
Esta noche se avecina una fiesta. Espero poder revolcarme con alguien sin sobrepasar las telas... eso espero. La última vez, el destilado se me subió a la cabeza y terminé por intrusear en los bóxers de un extraño.Etiquetas: crisis emocionales, desamor, fiesta, sazón, sexo
Publicado por Revelaciones de un añil opaco el sábado, 16 de marzo de 2013 a las 2:26 p.m.