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Las horas transcurren como si nada, haciendo caso omiso a las súplicas de una adolescente que busca desesperadamente retornar a sus tiempos.
viviendo a la antigua.
Hoy, el día está perfecto, así como para salir a andar en bicicleta a la cola de un morenito sonriente para después abrazarlo con el cuello, saludarlo con las orejas y mirarlo con los labios. Pero no, que flojera.

Mi mamá dice que salga, que llame a alguno de mis amigos para salir un rato del encierro, etc, etc... pero no tengo ganas de compartir el sol con nadie, ni convidar oxígeno a demases.
Mi hermano y mi primo me catalogan de antisocial y aburrida. Lo primero puede que sea cierto, pero lo segundo lo encuentro absurdo; para ellos la diversión se reduce a matar litros y litros de copete, incendiar plantas intoxicadas envueltas en papel de arroz para luego dormir, despertar y volver a hacer lo mismo. Termina haciéndose rutina y no hay cosa que odie más que eso.

A diferencia de muchos adolescentes próximos a cumplir diecisiete años, prefiero quedarme en casa, cultivando la mente, desarrollando las manos y agudizando los oídos, o simplemente a quedarme regaloneando con el gato (obeso). Aún no estimo que sea tiempo de entregarme por completo al mundo. (lo que no significa que no salga a fiestas y me divierta, sólo que lo hago con poca frecuencia) y no sé porqué tengo la seguridad de que, llegado el momento, lo disfrutaré a tope y la pasaré mucho mejor que todos esos niños de apenas trece años que yacen botados a las cuatro de la tarde en el parque bustamante con el alcohol metido en la sangre.
Hace un tiempo creía haber vivido dieciséis años en vano, me basaba en la vida adelantada de las demás personas de mi edad y pensaba que mi vida era penca, que no tenía amigos lo suficientemente reventados, jugosos y buenos pal carrete. Pero me dí cuenta de que sólo quería encajar en la actual adolescencia y terminaba por pasarla mal.

Cada quién vive como quiere, la diversión es relativa a cada persona y en mi opinión, es mejor vivir acorde a las etapas, disfrutarlas y gastarlas hasta que se rompan.


Publicado por Revelaciones de un añil opaco el domingo, 8 de septiembre de 2013 a las 2:38 p.m.
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